17.1.07

En jazz descanse, Michael Brecker (1949-2007)



Por: J. Alfonso Valencia


Michael tenía el don de sacar las notas del pentagrama, soplarlas a través del cuerpo de su saxofón tenor y convertirlas en aves que vuelan representando eso que sólo las aves pueden representar: libertad.

Michael no fue el típico saxofonista de jazz. No le bastó ser un virtuoso del instrumento: fue más allá y entendió como nadie el lenguaje del sentimiento, de la improvisación, de la creación.

Un creador inmediato, un dios cuyo instrumento fue el saxofón tenor. Michael Brecker se movió siempre por los terrenos de la perfección. Ninguna de sus notas grabadas voló en vano de su tenor: instrumento que sólo con él ha logrado obtener el real atributo de multifacético.

Nació en 1949, en una casa donde constantemente giraba jazz en la tornamesa. Su padre, abogado y músico aficionado, instruyó a Michael y a Randy (el hermano mayor) en el buen gusto musical: los llenó de discos y antes de ingresar a la preparatoria ya habían disfrutado de los espectáculos en vivo de Miles Davis y Duke Ellington.

Pronto descubrió la magia de John(dios)Coltrane y entonces cambió el clarinete por el saxofón tenor… Antes de los veinte ya daba conciertos y era requerido en los estudios de grandes de la altura de John Lennon, Lou Reed, James Taylor, Bruce Springsteen, Frank Sinatra y Eric Clapton; con su hermano formó la banda de jazz fusión más importante e influyente de los setentas, excelentemente nombrada The Brecker Brothers.

Su nombre aparece en más de 800 grabaciones como colaborador o invitado y su carrera como solita, con poco más de una decena de producciones, se mereció 11 premios grammy.

Michael Brecker no pudo librar la batalla contra el cáncer. Su sangre estaba destinada al declive. Pasó dos años luchando contra la muerte. Dejó de tocar (los dolores en la espalda le impedían cargar la otra parte de su cuerpo, el saxo) y fue entonces cuando empezó a morir.

Nunca ha habido un saxofón tenor tan perfecto, tan colérico, tan romántico. A veces sorprendía la complejidad de sus improvisaciones cercanas al free-jazz, otras muchas, la sencillez se apoderaba de su toque y nos elevaba miles de millas con notas largas y candencias entendidas con los ángeles.

No podría recomendarles algo en específico. Hay que entender que ninguna nota salió en vano de su saxofón. Michael ha sido, hasta hoy, el principal perfeccionista del instrumento y el más reciente revolucionario de los esquemas de improvisación, además de convertirse en el único maestro de la expresión melódica. Él ha sido el saxofonista más influyente de la era post-Coltrane.

Hay miles de grabaciones con su aliento: desde sus toques en la legendaria Tenth Avenue Freeze Out de Bruce Springsteen, hasta la tremenda corretiza, con Bob Mintzer, en Invitation, grabada en vivo y conservada para la historia en el álbum The Birthday Concert, del tambien genial Jaco Pastorius; pasando por el toque mágico en la samba de Eliane Elías, el avant-garde de Steps Ahead y la emotiva, límpida versión de Naima en el tributo a Miles y Coltrane: Directions in Music, live at Massey Hall, donde, junto a Herbie Hancock, Roy Hargrove, John Patitucci y Brian Blade, demostró que el toque del otrora dios del saxo ahora le pertenece… pertenecía.

Espero que hasta ese jazz-bar abierto 24 horas (que es lo que debe ser el más allá), Michael se haya llevado la extensión de su cuerpo, su inconfundible, brillante y orgánico Selmer Mark VI: quiero alimentar la creencia de que fue enterrado con su saxofón favorito.

Ahora pues, no hay mejor tributo que disfrutar de su música, cada nota que salga de las bocinas será un aliento más para el hombre que obtuvo un corazón de dorado metal: si ustedes invierten dos saxofones y los colocan uno frente al otro, como el reflejo de un espejo, obtendrán algo parecido a un corazón, así es, estoy seguro, el corazón de Michael.

The Bad Plus en México


Este 20 de enero en el Lunario del Auditorio Nacional habrá un gran concierto, ya que se presentará el grupo de jazz The Bad Plus conformado por Ethan Iverson en el piano, Reid Anderson en el contrabajo y David King en la batería.

Este grupo que surgió a principios de este nuevo milenio en los Estados Unidos, inicio tocando en club y bares de Free jazz, mezclando el jazz con un rock evolutivo y quizás un poco difícil de entender para quienes prefieren el jazz clásico. The Bad Plus ha transformado piezas musicales del grupo Nirvana, ABBA, Radiohead y muchos otros en jazz, de manera tan exitosa que sus versiones como “Smell like teen spirit” o Karma police, podrían ser unos verdaderos tributos para estas bandas rockeras.

También cuentan con otros temas que son dignos de escucharse y que si gustas del free jazz y del jazz un poco más experimental pueden fascinarte temas como “hart of glass” o “boo wah”.

Bad Plus promete para este concierto en México traer un jazz mucho más renovado, mucho más improvisado, y se comprometen a dejar a los espectadores fascinados con sus nuevos conceptos jazzísticos.

Sino saben o no han escuchado aun a este grupo neoyorkino, compren un disco de ellos, nosotros les recomendamos “These are The Vistas”, o pueden escucharlos por 98.1 FM en Pachuca Hidalgo. No se pierdan este gran concierto, y si van, pues inviten.

Lutos que saben a Coltrane



Este inicio de año 2007, el jazz sufrió dos perdidas de suma importancia. El 14 de enero murió el saxofonista Michael Brecker debido a una leucemia que padecía desde meses atrás. Brecker, que iniciara como saxofonista en la ciudad de Filadelfia, siempre fue inspirado por el maestro John Coltrane, tratando de imitar en cada nota musical que él emitía.


En vida llegó a tocar con grandes figuras del jazz, como Frank Sinatra Chick Corea, Quincy Jones, Joni Mitchell, , Bruce Springsteen y Frank Zappa, pero a pesar de que fueron muchos años con los que tocara en grandes escenarios y con grandes figuras musicales, fue y hasta 1987 cuando pudo grabar su primer disco como solista.


Todavía, en el 2003 llegó a grabar su último disco “Wide Angles” el cual le hizo ganar dos de los once premios Grammys que recibió a lo largo de su carrera.
Pero ahí no acaba el luto en este inicio del año, ya que el 15 de enero, un día después de la perdida de Michael Brecker, la compositora, arpista y pianista Alice Coltrane, curiosamente esposa de John Coltrane, murió en los Ángeles California a causa de un problema respiratorio.
Alice, que cambiara su nombre por el de Turiyasangitananda comenzó tocando en bodas y entierros y años más tarde, se unió con Bud Powell, para fusionar la música clásica con el Jazz.
Después de mudarse a Nueva York conoció a John Coltrane, que le enseñaría a tocar el Arpa, y con el cual se casaría.


Después de la muerte de Coltrane, ella se dedico a difundir la música de su marido, llego a grabar varios discos tocando el Arpa, y a educar artísticamente a sus hijos, formándolos también como músicos de jazz.
Sin duda son golpes difíciles para el jazz, y que sin duda dejan un hueco musical muy importante, un vacío que será un reto muy grande para los artistas que quieren destacar en el mundo de jazz.

11.1.07

Magos Herrera en el lunario



Este 26 de enero del 2007 Magos Herrera se presentará en el Lunario del Auditorio Nacional a las 8 de la noche, y junto con el será el segundo de sus conciertos que presentará en este año. Primeramente se presentará el 20 de enero en el Gerald W. lynch Theater de New york y de ahí los mexicanos tendremos la oportunidad de presenciar un concierto de jazz lleno de magia y calidad con la magnifica voz de Magos Herrera.

Actualmente Magos se escucha en muchas partes del mundo, como México, España, EUA, Brasil y Japón llegándola a considerar una de las voces de vanguardia en nuestro País.

Hay temas muy espectaculares de ella, como todo puede inspirar, tema de su último disco, en donde se expresa el gran talento de ella y de los músicos que la acompañan. Cabe resaltar que aunque los discos de magos Herrera son un poco caros, van a poder tener la seguridad de que comprarán un disco de calidad hablando desde el material musical hasta la fotografía y el diseño del CD.

Para aquellos que toquen jazz, o que sepan de acordes musicales el disco “Todo puede inspirar” trae incluido los acordes para interpretar sus temas de la misma manera que ella, solo que tendrán que saber un poco más de Guitarra fácil, o tablaturas para leer e interpretar en algún instrumento la música de esta artista.

3.1.07

En el principio era el jazz


Por: Julio Romano
Hay, después de todo (o de casi todo), al final de la semana, una sensación de que algo muere. Una breve noción de que algo acaba y, por tanto, algo nuevo empieza. El viernes no comienza la agonía de la semana. El viernes es la muerte y el sábado y el domingo el duelo; el viernes el ocaso, y el fin de semana la noche. Es en el jueves, y más especialmente en la noche del jueves, cuando la semana empieza a morir, a desvanecerse, a desprenderse de sí misma como el día se desprende del sol conforme éste va descendiendo en el horizonte.

Y de esas pequeñas muertes está repleta la vida y no nos damos cuenta de ello. A cada paso que damos un segundo muere detrás de nosotros, una flor se marchita, un reloj se detiene, un pájaro deja de volar mientras saludamos gente, hacemos planes, tomamos decisiones, cosas que muchas veces también acaban con algo, al menos con un estado de las cosas, que siempre mutan en apariencia impredeciblemente, pero una vez transmutadas podemos ver que lógicamente las cosas tuvieron que haberse sucedido de la manera en que lo hicieron.

Justamente lo mismo ocurre en el jazz, y al hablar de jazz es imposible no pensar en la muerte, en los lentos suicidios de Charlie Parker, de John Coltrane, de Billie Holiday o de Bill Evans, en la música extrapolada de Thelonious Monk, de Coleman Hawkins, de Charles Mingus, de Dizzy Gillespie, de Miles Davis, en la leyenda de Boris Vian, en la entrega de Sara Vaughan, Bix Beiderbecke, Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, en la longevidad de Benny Carter, Maynard Ferguson y Elvin Jones, en la majestuosidad de Duke Ellington y Count Basie, en la cursilería de Erroll Garner, Nat King Cole, Art Tatum y Stanley Turrentine, en el ímpetu de Art Blakey, Max Roach y Gene Krupa, y en la resistencia al tiempo de Dave Brubeck, Ron Carter, McCoy Tyner, Claude Bolling y Oscar Peterson y las transfiguraciones de Keith Jarrett, Chick Corea, Herbie Hancock, Jacques Loussier, Jack DeJohnette y Erik Truffaz.

También en el jazz algo muere continuamente, muere la melodía original que dio pie a las improvisaciones de que se nutre el mundo y no solamente la música. Bach y Mozart y Beethoven también improvisaban y eso era jazz, pero no tenemos registro de lo que hacían ellos ante el teclado: sólo de lo que dejaron escrito. Y el jazz no se escribe. El jazz nace con la muerte de lo escrito, cuando, al menos por una semicorchea, la partitura se desgarra y la música es ya otra, es algo que antes de eso no existía y que después de eso no existirá más, es una idea fugaz que expulsa el músico por la boca y por los dedos, una idea que no se concibe, simplemente se ejecuta sin previo aviso y sin planes y sin ensayos. Hay grabaciones, claro, podemos perfectamente en la noche poner A kind of blue o Theory of Art o You must believe in spring o A love supreme, pero no es lo mismo, no es tener a Bird ahí enfrente desgañitándose ante el saxo o a Miles concibiendo al Universo con su trompeta, un Universo que habría de ampliar Coltrane; no es ver a Bill Evans prolongando su vida hasta lo imposible ni a Horace Silver o a Bix escribiendo los primeros capítulos de la historia. El disco es lo mismo una y otra vez, es un fragmento ridículamente pequeño de toda la producción de Dizzy o de Thelonious. Es lo que se pudo recuperar. Lo que no fue capturado por ningún micrófono en las presentaciones de cada fin de semana, en las jam sessions que se improvisaban como el jazz mismo, en la intimidad del músico que explora en soledad a su instrumento y a su propia persona, dos entes ya inconfundibles e inseparables... eso aún se escucha; en algún lado del infinito Universo, infinito como el jazz, resuenan esas notas que muy posiblemente estén perdidas para nosotros, para siempre, o al menos por ahora, mientras estemos en este planeta. Después ya habrá tiempo de buscarla y dejarnos llevar por ella hasta sus mismos orígenes, cuando esos sonidos, dispersos aún, pululantes, no estaban configurados como música y viajaban libremente esperando encontrarse y poder ser escuchados, y para eso tuvieron que pasar millones de años, desde el inicio del tiempo, hasta que una reacción en algún rincón olvidado de la nada produjera la vida, sin previo aviso y sin planes y sin ensayos. Y esa reacción que en el principio dio origen a todo, era el jazz.

Y si bien ahora casi todo lo que tenemos de esa gran explosión de jazz es una mínima parte de todo él, no es para nada despreciable. Es el legado que el jazz mismo decidió dejarnos para hacernos saber que hay mucho más que se llevó consigo para que nosotros, algún día (si es que para entonces el tiempo aún se cuenta por días), lo encontremos. Pero si bien el disco es cíclicamente predecible (a pesar de que cada vez que se lo escucha se descubre algo nuevo, como en toda la música), lo que se opone a uno de los pilares del jazz, que es justamente lo impredecible de la siguiente nota (cuando uno sabe que es Summertime pero no sabe si reconocerá las tres notas de Summertime), hay formas bajo las cuales el jazz sigue siendo un misterio.
Por un lado están los grupos de jazz que se siguen presentando en todos lados, como añorando un tiempo que se niega a morir por completo. También las naturales evoluciones y los nuevos caminos que ha seguido una música que no se hizo para estancarse, desde su separación del ragtime (una forma a la cual se acercó incluso Igor Stravinsky) y de las big bands hasta su fusión consigo mismo y con formas musicales que en principio parecían ajenas a él, pero que no lo son. Las ideas que nosotros mismos tenemos sobre cómo se pudo haber escuchado tal o cual pieza o episodio si en vez de esto hubieran hecho aquello. Y la radio.
Hay, para el escucha, en la programación de la radio algo de esa incertidumbre que hay también en el jazzista que no sabe cómo continuar o, en algunos casos (como Keith Jarrett) cómo empezar. Más que la improvisación interviene, de cierta forma, lo aleatorio, si lo que sigue será bebop o cool o free jazz o fusion o swing, si Red Garland o Gato Barbieri o Lionel Hampton o el Modern Jazz Quartet o Patricia Barber, si Nina Simone o Benny Goodman o Eliane Elias o Eugenio Toussaint, si Gonzalo Rubalcaba o Stan Getz o Béla Fleck o Jaco Pastorius o Diana Krall. Y el jueves en la noche, cuando empieza a morir lo reconocible, la melodía, y con ello la semana, el jazz surge desde una de las profundidades de la radio como puede surgir de muchas otras. Es cuestión también de azares y decisiones, ideas que se ejecutan sin ser concebidas, dar en la noche con síncopas y ritmos superpuestos e improvisaciones y una polifonía impensada que se quedaron capturados con un poco de tiempo en un disco que gira y gira y gira y contiene en su prodigioso proceso de reproducción de sonidos esa esencia del principio de las cosas que es desencadenado por una muerte, por el fin de algo. Incluso antes del principio del Universo, antes del jazz, tuvo que haber algo que le diera origen.
¿Qué es eso que hubo antes del principio? Quizá también era jazz, y quizá era el final de todo.

James Brown said: I feel good, aun muerto


“Lo que me conviene es desaparecer, llamando la atención lo menos posible”
James brown


¿Qué es lo peor que nos podría pasar en un fin de año? No recibir aguinaldo o algún regalo, que tu pareja te deje, perder a tu mascota, que se queme tu prenda favorita o perder algún familiar. Tal fue el caso para el Funk y el soul en la navidad del 2006, ya que en pleno 25 de diciembre en la ciudad de Atlanta moría a los 73 años de edad el padrino del soul, James Brown.

Brown nació un 3 de mayo de 1933, y proviniendo de una familia pobre desde muy adolescente tubo que empezar a trabajar, limpiaba zapatos y hasta llego a dedicarse a robar auto partes en las calles por el cual, tubo que esta en la cárcel alrededor de tres años.

A la edad de 20 años ingresa a un grupo de gospel llamado “The Starlighters” con el que grabó el tema “please, please, please”. Para 1958 se da a conocer ya como james brown con el tema try me.

Por los que dicen que no lo conocen, déjenme decirles que el tiene temas tan espectaculares como “I feel good” quizas el tema más conocido de él, o “living in America” que grabra en los años ochenta para la película Rocky IV.

A James lo llegaron a admirar artistas de talla internacional, tales como Michael Jackson, El introvertido David Bowie, o Mik jagger, siendo el propio un músico de inspiración para ellos.