19.4.08

Enfocando a Verónica Ituarte


Llegamos a medio día, mi amiga no recordaba la dirección de la casa con exactitud, pero aun así llegamos aquella casa que es el refugio de una de las mejores voces del jazz mexicano. La verdad no imaginaba que su hogar fuera un palacio o una casa elegante de las que pueden verse por él Álamo, sinceramente no la pude imaginar, pero cuando la vi, sabia que así tenía que ser la vivienda de una jazzista: una casa no muy grande de un solo piso, una sala de color café con un librero lleno de libros amontonados, pero que le daban estilo al recinto. En algunos de los pisos del librero había fotografías con algunos músicos y amigos, entre otros adornos.

Ahí, en esa sala llena de libros nos sentamos Aidé, Verónica, Lalo y un fotógrafo que era yo, para escuchar a Verónica Ituarte hablar de música y otras cosas más.

Primer enfoque: “Eternamente para mí”

De lo primero que habló fue de su más reciente material, titulado “Eternamente para mí”, del cual habló de las experiencias y lo que podemos encontrar dentro de este material.

“La idea primordial de este disco es contar historias, es relatar la vida de alguien a través del primer enamoramiento, luego viene una relación que se va construyendo o el final de una relación, pero también hay otros tipos de situaciones, como es el tema El zonzo-nete, de Alfonso Maya. Este tema habla de una situación que nos ocurre a todos, cuando de repente estamos tarareando cosas que no nos interesan, o que no nos gustan. También esta un tema de los míos, que se lo dediqué a Biringo, una mascota que tuve, que vivió conmigo como 15 años y que le escribí este tema cuando todavía andaba por aquí.

“También incluye un tema de Olivia Revueltas donde cuenta la historia de todos los seres que han sido torturados, humillados, o dejados. Este tema llamado mujer herida, lo escribe en la guerra de Irak, cuado todos teníamos esa incertidumbre de si todo eso pasará, y es ahí cuando ella decide dedicarles este tema a todas las mujeres que sufren”.

“Así va contando historias el disco, hasta terminar nuevamente con él amor, pero encontrándolo de otra manera, con el tema el guerrero, de Roberto Pérez, haciendo un recorrido de emociones y de sentimientos cuando lo llegas a escuchar.

Segundo enfoque: La bella Ituarte de Verónica Airosa

“La música se hace en cualquier lugar, y a donde nos llaman vamos, porque así es el arte, y pues, cuando llegué aquí a Pachuca tratamos de conectarnos, de ofrecer nuestro trabajo, de dar a conocer lo que hago y de poder relacionarme con este nuevo lugar. Encontramos personas que nos abrieron puertas, como la galería El Botalín, pero en otros espacios nos ha sido difícil, y no entendemos bien porque.

“Pienso que hay un interés en las personas por aprender cosas nuevas, pero no se que pase en el intermedio, entre el artista y el público. Siento que todavía no hay una conciencia de mejorar a través del arte y la ciencia. Todavía creo, que se siente que solo hay que crecer de manera política y en ciertos intereses sociales, pero sin que haya mucha cultura, y quizás es por eso que cuando reducen los presupuestos, los primeros afectados son la ciencia y la cultura, es triste esta situación”.

“Siento que cada ciudad tiene su propio ritmo, y a Pachuca hay que sabérselo encontrar para poder realizar cosas culturales, de tal forma que no nos estorbemos, y que pueda fluir todo lo que ocurre en la ciudad”.

“Debo confesarte que si me dio un poco de comezón cuando supe la situación de estar representando a la ciudad de Pachuca en el Festival Nacional de Jazz este 2008. Pero también entendí que Antonio Malacara, organizador del evento, esta proponiendo un festival de nivel nacional, y como sabe que vivo aquí, pues, decidió ponerme como representante de esta ciudad. Eso me pareció incomodo, no tanto porque no halla nacido aquí, más bien porque también hay jazzistas que si nacieron en esta ciudad, que hacen música en esta localidad, y sin embargo, no han representado a la ciudad, y eso es lo que me causo un poco de comezón”.

Había trascurrido un poco más de veinte minutos, y como fotógrafo, no había podido sacar mi cámara, esa arma con la que tenía que fotografiar a la artista, a la cantante, a la pianista. Era difícil sacarla y empezar enfocar con un lente, cuando apenas empezaba a enfocar a la persona que vive, a una Verónica que antes de encararse como una cantante, se visualizo como un ser un humano que podía disfrutar la vida.

La plática se tornaba a una evolución como persona y como artista. Aquella Verónica que con los años le ha costado ser grande, que le ha dedicado su vida no solo a la música, sino también al aprendizaje de la vida, a los festivales de jazz organizados por la UNAM o por el Palacio Nacional de Bellas Artes. A detectar todo lo que es valioso y transmitirlo a quien se quiera dejar. Dejar como herencia cinco discos grabados hasta este 2008, seguir catando y contando a quien la quiera escuchar.

Tercer enfonque: La angustia y el blues

“Cuando empecé a escuchar el blues me daba angustia, y entonces prefería no oírlo, pero curiosamente ahí viene un desarrollo, porque ahora me conecto con mi angustia y trato de entenderla, algo que no hacía en la época en que conocí el blues. Por ahí tengo un libro de Los esclavos, es bellísimo, pero con solo ver sus dibujos y las fotos, vuelvo a sentir esa angustia. Entonces es cuando digo, mi ser sabía de que se trataba, pero mi intelecto no, ya cuando vas entiendo esto, te vas acercando a otras corrientes artísticas.

“Es por eso que muchas veces la cultura no flórese, porque hay gente que le tiene miedo a muchas cosas: miedo a pensar, miedo a tener iniciativa, miedo a decirle a un político que no te gusta lo que esta haciendo para quitarlo de ahí, pero claro, el país todavía no esta preparado para esto, pero podríamos llegar a eso si fuéramos un país culto, un país sin miedos”.

Cuarto enfoque: La sencillez, algo que seguir de los grandes

Quizás habría que ponerse un poco nerviosos cuando uno tiene enfrente a una artista que a compartido escenarios con BB King, o con Oscar Peterson, pero es mejor aguantarse los nervios para saber la anécdota, y escuchar lo que es estar junto grandes maestros del jazz.

“Para mi y para Juan José Calatayud fue maravilloso abrirle un concierto a Oscar Peterson. Lo más impactante fue haberlo visto en persona, ahí sentado en el camerino. Recuerdo que era de un ancho enorme, yo creo que quería alcanzar todo el teclado de su piano con el cuerpo. Oscar era un tipo muy tranquilo, ese tipo de gente que te enseña que no tiene egos, que no son estrellas, ni divos, y es lo que sorprende de él, que era una persona muy tranquila”.

“También quien me ha sorprendido conocer fue a Flora Purim, cantante de jazz que conocí en una conferencia de prensa, nunca se me olvido su sonrisa, era verdaderamente hermosa, porque cuando sonreía, se le desaparecían sus ojitos”.

“La experiencia que tuve tanto con Oscar como con Flora o con BB King, es que no te hacen sentir chiquito, te hacen sentirte de la familia. Pero por eso no quiere decir que se puedes controlar los nervios no más porque son sencillos”.

Quinto enfoque: El miedo en el escenario

“Si me asusta subirme a escenarios grandes como el Auditorio Nacional, pero me asusta más si el publico es nada más mi Mamá y mi hermana. Pero uno debe tener claro que es lo que se debe hacer y preparase desde antes. Como decía Janis Joplin, cuando me subo a un escenario, voy hacer el amor. Y lo interesante no es pensar en si me voy a equivocar, si se me va a olvidar la letra en el escenario, o si me acuerdo de tal acorde, lo interesante es pensar únicamente en que hay que hacer el amor”.
No logré enfocar todo lo que decía Verónica, cada vez que se le hacía una pregunta, ella la contestaba y se extendía, y se acordaba de aquello que vivió, de lo que aprendió y de lo que le falta por aprender. Sacaba más cosas, contaba y volvía a recordar hasta que de su cara salía una sonrisa. Después recordé que también tenía que enfocarla con mi cámara fotográfica, así que tomé unas cuantas fotografías, y me fui con la ilusión de volver a encontrar a la Ituarte, quizás en concierto, en la calle, o en algún lugar impensable, volver a fotografiarla para una estampa, y seguir enfocándola con la propia vida.

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